viernes, diciembre 29, 2006

Crónica 10

A la cólera sorda que la llena agradece la lucidez con que ahora mira la vida, su estrenada capacidad de interpretar los nuevos códigos y de no sonreír cuando no tiene ganas. Ya no se engaña pensando que el amor ofrece siempre un fruto limpio. Ahora reconoce que todas las palabras valen menos que un gesto. Del odio que le crece dentro bebe la claridad que la atraviesa sin cegarla. Descree y al mismo tiempo cree, contradicción soluble si se piensa que lo de ambos fue espejismo y que ella, ávida, se acercó a él para beber sorbo a sorbo la muerte.