viernes, diciembre 29, 2006

Crónica 7


Junto a su frágil cuerpo yacente para siempre, los investigadores policiales encontraron esta nota: “Que no se culpe a nadie de mi vida”. Publicada en los periódicos, fue pasto de la reprobación de los críticos literarios, sus acres adversarios, quienes se apresuraron a calificarla de plagio. Los lingüistas, más comedidos, saludaron alborozados los insondables beneficios de la intertextualidad. Entre unos y otros se inició una batalla de artículos tan encarnizada y sangrienta que hubo necesidad de importar masivas cantidades de nuevas teorías para prolongarla hasta que se definieran los vencedores y los vencidos. Ajeno a esta guerra, sólo un pequeñísimo número de amigos y amigas de la suicida pudo descifrarla. Y lloraron por el muerto a quien vieron contemplando el cadáver con aire compungido