viernes, diciembre 29, 2006

Crónica 9

Hoy es día en la casa de lavar la ropa sucia. Todo está en desorden. Su sirvienta no es un pulpo, no tiene más que dos manos callosas, escamosas, piensa que también cansadas de tanta mugre ajena, de tanta ausencia de una piel que las suavice, que les hable un lenguaje distinto a esta su afonía cotidiana. Todo está revuelto. En la taza del inodoro quedan restos de una defecación ya vieja, casi negra, semejante al humus vegetal o a la noche que la sorprende sola en esa cama donde nunca estuvo aquel cuerpo (es sólo falsamente iconoclasta) pero sí su fantasma que se agita, que gime, en ese silencio suyo que no grita otra cosa que su nombre.